Para ser guerrero, o sea, para tomar parte de manera voluntaria y conciente en la eterna puja, es imprescindible desarrollar nuestro potencial, físico, mental, emocional, estético, etc.
La Fuerza juega también un papel fundamental en la construcción de cualquier tipo de institución: un Estado, una escuela, una empresa, tanto en el montaje de su intrincado interior, como en la carga inicial de la célula de poder.
Las emociones positivas como la compasión y el coraje nutren el lado luminoso de la Fuerza.
La pasión es considerada peligrosa, pues puede conducir a emociones fuertes que desequilibrarían al sujeto y eventualmente lo conducirían al lado oscuro.
Pero, aunque el lado luminoso sea el verdaderamente correcto, hasta el más sabio puede caer hacia la oscuridad.
Cuando los usuarios del lado luminoso se encontran frustrados al no poder desarrollar sus poderes y habilidades con toda la plenitud que sus sentimientos desean, esta frustración, unida al ansia de poder y conocimientos, y a la potenciación de las emociones sobre la calma, podía llevar al lado oscuro de la Fuerza.
Lo que equivaldría a decir: No es necesario ser malo para hacer cosas malas.
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